Por:Camilo Andrés Agudelo Vélez
Psiquiatra
La psiquiatría y la literatura han compartido una relación compleja y multifacética a lo largo de la historia. Ambos campos exploran la condición humana, sus emociones, pensamientos y comportamientos, aunque desde perspectivas diferentes. Mientras que la psiquiatría se centra en la comprensión y tratamiento de las enfermedades mentales, la literatura ofrece una ventana única hacia las experiencias subjetivas de los individuos, incluyendo aquellos que padecen trastornos mentales. A través de este blog, se explorará la influencia de la enfermedad mental en escritores famosos, el poder terapéutico de la escritura y la profunda relación entre la literatura y las emociones.
Históricamente, muchos escritores de renombre han sido diagnosticados con enfermedades mentales, y sus obras literarias a menudo reflejan sus luchas internas. Uno de los ejemplos más notables es Virginia Woolf, quien tenia diagnóstico de trastorno afectivo bipolar. Woolf, una de las figuras más influyentes del modernismo literario, exploró temas de depresión, desesperanza y la fragilidad de la mente en sus novelas. Obras como «Mrs. Dalloway» y «Al faro» no solo muestran una técnica literaria innovadora, sino que también revelan su característica introspección sobre la enfermedad mental (Gilbert, 2004).
Otro caso icónico es el de la poeta y novelista Sylvia Plath, quien padecía de depresión severa y finalmente se suicidó en 1963. Describen en su biografía que pasó muchos años de su vida sumida en un estado depresivo que incluso demandó uso de terapia electroconvulsiva. Su obra más famosa, «La campana de cristal», es una semiautobiografía que narra la vida de una joven que sufre un colapso nervioso, reflejando la propia experiencia de Plath con su enfermedad mental. La poesía de Plath también está impregnada de imágenes de desesperación, muerte y lucha interna, lo que ha llevado a muchos críticos a analizar su trabajo desde una perspectiva psiquiátrica (Moses, 1999). De hecho, Plath ha sido considerada la precursora de la poesía confesional, un género que emerge en el siglo XX para servir de canal en la autodevelación del autor para expresar estética y literariamente elementos muy profundos de su intimidad, incluyendo por supuesto el sufrimiento asociado a la enfermedad mental.
Asimismo, Ernest Hemingway, uno de los escritores más importantes del siglo XX, luchó contra la depresión y el alcoholismo. Hemingway, quien eventualmente se suicidó en 1961, escribió sobre la guerra, la muerte y la masculinidad con una intensidad que muchos atribuyen a su batalla personal con su salud mental. Se ha sugerido que su estilo de escritura, directo y sin adornos, podría haber sido una forma de mantener a raya sus demonios internos (Brenner, 1983). ¿Sería que Hemingway utilizó la literatura como una estrategia terapéutica?
Ahora bien, la escritura ha sido reconocida desde hace mucho tiempo como una herramienta terapéutica poderosa, especialmente para aquellos que sufren de enfermedades mentales. La práctica de la escritura expresiva, que implica plasmar pensamientos y sentimientos de manera libre y sin censura, ha demostrado tener beneficios significativos para la salud mental. Esta forma de escritura permite a los individuos procesar sus emociones, entender sus pensamientos y reducir el estrés psicológico (Pennebaker, 1997).
Un estudio realizado por Pennebaker y Beall (1986) encontró que la escritura expresiva puede mejorar el bienestar emocional, reducir la depresión y la ansiedad, y fortalecer el sistema inmunológico. Los participantes que escribieron sobre experiencias traumáticas o emocionales durante 15-20 minutos al día, durante cuatro días consecutivos, mostraron mejoría significativa en su salud física y mental. Este hallazgo ha sido replicado en varios estudios, lo que subraya el valor terapéutico de la escritura para individuos con trastornos mentales.
Además, la escritura creativa, como la poesía y la ficción, también ha sido utilizada en terapias psicológicas para ayudar a los pacientes a explorar y confrontar sus emociones de una manera segura y controlada. A través de la creación de personajes y narrativas, los individuos pueden externalizar sus conflictos internos y ganar nuevas perspectivas sobre sus problemas. Esta técnica, conocida como biblio-terapia, ha sido utilizada en diversos contextos clínicos para apoyar el tratamiento de la depresión, la ansiedad y el trastorno de estrés postraumático (Bolton, 2004).
No se trata pues de escribir por escribir, se trata de poner en palabras escritas las emociones, darles un sentido y crear una línea narrativa capaz de transitar las emociones y las conductas. Es un método catártico que demanda una orientación y una finalidad. Es expresarse con sentido y nombrar con el mágico poder de la palabra aquello que duele, que nos hace doler o que nos da la felicidad más plena.
La literatura, en su esencia, es una exploración de las emociones humanas. Desde la tragedia griega hasta las novelas contemporáneas, los escritores han utilizado sus obras para capturar y comunicar una amplia gama de emociones, desde el amor y la alegría hasta el dolor y la desesperación. La capacidad de la literatura para evocar emociones profundas y resonar con los lectores ha sido objeto de estudio en la psicología y la psiquiatría.
Las obras literarias tienen el poder de afectar las emociones de los lectores a través de la identificación con los personajes y las situaciones descritas. La teoría de la «catharsis», propuesta por Aristóteles, sugiere que la literatura, especialmente la tragedia, permite a los lectores o espectadores experimentar una purga emocional, liberando sentimientos reprimidos a través de la empatía con los personajes (Nussbaum, 2001). Esta experiencia emocional puede tener efectos terapéuticos, ayudando a los individuos a procesar sus propias emociones y experiencias de vida.
La literatura también puede servir como un medio para explorar y comprender mejor las emociones humanas complejas y a menudo contradictorias. A través de la lectura, los individuos pueden reflexionar sobre sus propias vidas, ganar nuevas perspectivas y encontrar consuelo en saber que no están solos en sus luchas emocionales. En este sentido, la literatura puede actuar como una forma de apoyo emocional, proporcionando un espacio para la reflexión y el autodescubrimiento (Holland, 1975).
Por lo tanto, la intersección entre la psiquiatría y la literatura es rica y profundamente significativa. Escritores famosos con enfermedades mentales han utilizado su arte como una forma de explorar y comunicar sus luchas internas, creando obras que han resonado con generaciones de lectores. La escritura, tanto expresiva como creativa, ha demostrado ser una herramienta terapéutica valiosa para aquellos que buscan procesar sus emociones y mejorar su salud mental. La literatura, con su capacidad para evocar y explorar emociones, ofrece a los lectores un medio poderoso para reflexionar sobre la condición humana y sus propias experiencias. Esta relación simbiótica entre la psiquiatría y la literatura subraya la importancia de las artes en la comprensión y tratamiento de la mente humana.
Referencias
- Bolton, G. (2004). Writing Cures: An Introductory Handbook of Writing in Counselling and Therapy.
- Brenner, G. (1983). Hemingway’s Unhappy Life. The New York Times.
- Gilbert, S. M. (2004). Virginia Woolf and the Madness of Women. Modern Fiction Studies, 50(1), 182-196.
- Holland, N. N. (1975). 5 Readers Reading. Yale University Press.
- Moses, K. (1999). Madness and Creativity: Sylvia Plath. In: Jamison, K. R. (Ed.), Touched with Fire: Manic-Depressive Illness and the Artistic Temperament. Free Press.
- Nussbaum, M. C. (2001). Upheavals of Thought: The Intelligence of Emotions. Cambridge University Press.
- Pennebaker, J. W., & Beall, S. K. (1986). Confronting a Traumatic Event: Toward an Understanding of Inhibition and Disease. Journal of Abnormal Psychology, 95(3), 274-281.
- Pennebaker, J. W. (1997). Opening Up: The Healing Power of Expressing Emotions. Guilford Press.
