Camilo Andrés Agudelo-Vélez
Médico Psiquiatra
Terapeuta DBT
Antes de marzo de 2020 teníamos una rutina diferente. No usábamos tapabocas, podíamos movilizarnos con libertad, comodidad y abrazarnos era algo cotidiano. La emergencia de esta cepa viral cambió la realidad y nuestra cotidianidad se transformó.
Cambios en todos los sectores sociales, cambios en todos los estratos sociales, cambios en todos los escenarios. También por supuesto, cambios en la forma de comunicarse emocionalmente. Estos cambios nos han obligado a considerar otras formas de relacionarnos entre terapeutas y pacientes. Ahora no tenemos espacios presenciales, la comunicación está mediada no por la cercanía, sino por la tecnología. La relación terapéutica es tripartita, incluye un tercer actor, un mediador que puede ser el celular, la tablet o el computador.
Ahora bien, este tema parece innovador, reciente y novedoso; sin embargo, no emergió con la pandemia actual. La psicoterapia no presencial se inició en la década de los 60´s. Wittson, Affleck y Johnson fueron los primeros en incorporar la videoconferencia como forma de atención clínica. De igual forma, es importante considerar que psicoterapia online no es sinónimo de ciberterapia o psicoterapia a distancia. Aunque suelen ser usados como términos equivalentes, en realidad tienen connotaciones diferentes. Nos ocuparemos aquí de la terapia online como como una terapia ofrecida a distancia a través de mediadores sincrónicos de videoconferencia asistida por un terapeuta.
En este contexto, aparece una pregunta intuitiva, ¿es efectivo hacer psicoterapia online? Responder es difícil. No por la eficacia sino por la forma. Varios estudios clínicos, científicamente muy estructurados, han probado la eficacia, es decir, demuestran que la psicoterapia en modalidad virtual es similar, en efectos clínicos, a la presencial. En otras palabras, el efecto esperado es muy parecido, el paciente mejora. Sin embargo, no basta con encender un dispositivo, disponer de una cámara y un micrófono. Es necesario reconfigurar la relación terapéutica.
Entonces la cuestión no es fondo, sino de forma. Las técnicas psicoterapéuticas se pueden usar perfectamente a través de una atención virtual. La información clínica suele estar bien protegida y se pueden vincular elementos que garanticen mayor privacidad y confidencialidad. Algunos pacientes podrían sentirse más cómodo en su espacio que el consultorio, otros pueden beneficiarse de horarios más flexibles y para algunos puede ser incluso más fluida la forma de comunicación. A pesar de esas ventajas, la forma en que establecemos la relación terapéutica debe tener una estructura especial. Aquí es fundamental que el vínculo terapéutico sea sólido, que se establezcan los límites de la relación y se cumplan los objetivos de la misma manera que ocurre en la sesión presencial.
Con estas anotaciones, es importante describir que no existe un perfil especial de pacientes que se benefician más de la psicoterapia online. No está relacionado con elementos como diagnóstico, edad, género o uso de la tecnología. Son otras las cuestiones las que pueden orientar la balanza hacia esta modalidad, por ejemplo, la disponibilidad, los horarios flexibles, las limitaciones de movilidad, en algunos casos los costos, la distancia geográfica y aquellos pacientes con jornadas laborales prolongadas.
De igual forma, la falta de cercanía física puede ser un obstáculo para algunos pacientes. La no presencialidad no entorpece el efecto clínico de los resultados, sin embargo, muchos pacientes prefieren el modelo tradicional durante su atención, es algo similar a lo que ocurre cuando algunos prefieren los libros en formato impreso que leer a través de un archivo digital.
A modo de conclusión. Los medios digitales nos han permitido mejorar la accesibilidad, la oportunidad y la asincronía para ofrecer formas psicoterapéuticas. El contexto de la pandemia nos invitó a modificar los modos tradicionales y la atención clínica de pacientes con enfermedad mental también se ajustó a estas realidades. Hoy es posible recibir un tratamiento efectivo, cálido, cercano y de alta calidad a través del uso de plataformas virtuales con tecnologías de la información y la comunicación. Las emociones también pueden ser comunicadas, gestionadas y reguladas a través de psicoterapia online.
